martes, 2 de agosto de 2011

¡Dinosaurízame!




Un pterosaurio majete escondido en un dibujo que puse en otra entrada.
Un pterosaurio no es un dinosaurio, estamos de acuerdo.
Un pterosaurio es un arcosaurio extinto.
Y los arcosaurios extintos están de moda, se usan para hacer peluches para niños, tarjetas de crédito, debates interminables sobre si hay Dios ó no, incluso para los paquetes de cereales.



Nunca he escrito nada sobre dinosaurios por aquí, a pesar de que hace me apetece desde hace un tiempo. La principal dificultad es la de reunir material gráfico medianamente original, original mío quiero decir.

La segunda es que no me aclaro todavía con lo que diría. Hay muchos conceptos que se me escapan, y el primero de todos es el entendimiento de lo que se pretende con la cladística. Las palabras que usan para nombrar sus definciones me resultan largas, aburridas, repetitivas y repelentemente pedantes, y a pesar de todo ello, nulamente descriptivas. Si tu idioma no es de origen latino puede resultar muy exótico y excitante eso de apomorfa, plesiomorfa y demás morfas, puede provocar la suficiente intriga como para que te interese saber qué pretenden decir esas palabras longimorfas. Pero en el nuestro, pero para mi, (quiero decir realmente), estas palabras son una duna de aburrimiento en un desierto sin mar, y no hay cosa que deteste más que el desierto, después del aburrimiento. Así que de momento no he acabado de cogerle el tono a esto de la cladística, salvo que hay muchas discrepancias y discusiones, con muchas palabras con morfa en medio. Las discusiones sí me atraen, pero cuando tropiezo son tres sinapomorfas seguidas mi capacidad de atención se dirige al vuelo de la mosca de la ventana y no me entero de más.

Otro problema con el tropiezo contínuamente es la invocación a el santo ó el demonio de la creación, según el gusto del que escriba. A mi me importa un carajo de percebe el discurso pro-anti creacionismo, me parece una pérdida de tiempo tonta cuando se están tocando asuntos que corresponden a la paleontología y que son extraordinariamente excitantes por si mismos. Pero cualquier interpretación distinta de la habitual, cualquier duda, cualquier discusión sobre un fósil curioso corre el riesgo penoso de acabar en este cruce de argumentos, esto favorece a los creacionistas, esto no, tú eres un creata y tú un mono por parte de tía abuela. Y comos las polémicas son muy diver, pues venga líneas y líneas sobre lo mismo. Y miedo dar mencionar las plumas de los dinos, porque parece que antes ó después vas a tener que hablar de ciencia y religión, cosa que no es mi propósito en este blog.


Pero es que son las plumas de los dinos las que me han llevado a interesarme por ellos. Me gustan todos los bichos, a todos les encuentro su gracia a pesar de que algunos me den asco, me parezcan feos ó me puedan dar miedo -me da miedo el anopheles, por ejemplo. Ahora bien, cuando hablamos de especies extintas, no soy tan ecuánime, hay muchos que ni fú ni fá. Y a esta categoría pertenecían los dinosaurios (y los pterosaurios, clamidosaurios, y arcosaurios extintos) hasta hace un año. Por dos motivos, me llaman mucho más la atención los mamíferos gigantes y además mi imágen mental de un dino era la de un tiranosaurio (rex, y con la boca abierta, y chorrenado babas a ser posible). El primer motivo me impulsó a tomarle manía a tantos libros sobre dinos que hay. El segundo, a los dinos en si, porque no he visto cosa zoológica más fea y descarada que un rex, en su representación clásica. Es esto una boca inmensa en una cabeza calavércia inserta en un cuerpo que es meramente el sostén de las boca y de las patas de atrás. Usease, un bicho que clamaba que existía para comer. Feispantoso como él solo. Así que mi postura personal era algo así como que le den, al tirano y a todos los dinos, y a la gente que se vuelve loca por los dinos. ¿Pero qué tienen estos bichos que tanto gustan?.

Continuará

Blue Sky Mine, Midnight Oil

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