domingo, 7 de abril de 2013

Las mujeres tenemos que cargar la maldición cultural de ser referentes, no sujetos, de las acciones

A menudo pienso: "Dios mío, qué solos estamos". Soy agnóstica y he crecido con una educación fuertemente católica, lo de Dios mío da para muchos análisis. Pero lo que me importa ahora es explicar lo de que estamos muy solos.

Detrás de cada costumbre difícil de explicar, prejuicio extendido, hábito generalizado, norma moral difícil de entender, está la experiencia de alguien, algunos, hace mucho tiempo, que llegaron al entendimiento de que eso tenía que hacerse así y lo perpetuaron -como norma social en el mejor de los casos; y en los peores como precepto religioso o aún mucho peor como pacto implícito- sin dar explicaciones de cuáles fueron las circunstancias en las que tomaron esa decisión ni mucho menos del por qué de la misma.

Así, tenemos la costumbre de responder Jesús o Salud a un estornudo, el hábito de caminar por la derecha en las calles abarotadas, las fiestas (en su mayoría vienen de la fiestas de guardar), y un largo ecetra.

Llegamos nosotros mucho después y nos encontramos tantas cosas hechas que no sabemos ver. Nos encontramos una sociedad hecha, una tecnología que usamos sin plantearnos y unos prejuicios que creemos que son totalmente naturales a nuestra especie y por lo tanto ni siquiera caemos en que son prejuicios.

El prejuicio más terrible en lo que atañe a las mujeres es para mi el de vernos como referentes, como modelos arquetípicos del bien y del mal, y no como sujetos capaces de acción y actuación.
Es un pacto implícito, la peor de las maldiciones por lo dificilísimo que es reparar en la existencia de dicho pacto, y porque se tiene tan interiorizado que una vez que lo descubres, o vislumbras...en realidad no sabes muy bien que hacer con él después de toda una vida de tenerlo asumido e interiorizado y de convivir con personas que igualmente lo tienen asumido e interiorizado. Dices, vale, yo soy sujeto (sujeta...no, sujeta es espantoso) y soy actor (actriz) de mis acciones y quiero que se me considere como tal, yo no soy el complemento directo de las acciones de los hombres en mayor medida de las que ellos son el complemento directo de las mías, yo soy...pero qué soy yo si me quitas toda una vida de cuidar lo que hago, lo que enseño y lo que digo (mucho, pero mucho más que un hombre), y vigilar no provocar ciertas acciones de los hombres.

Aquí ya me he metido en terreno muy resbaladizo que exige que me explique con mayor claridad. Veamos si lo logro.
Será mucho más fácil que se entienda lo que digo si se lee este post -magnífico, lo voy a decir más alto: M-A-G-N-Í-F-I-C-O-  de Yael Farache en Acapulco70(*). Ella sí que ha explicado bien cuál es el pacto social que relega a las mujeres a la condición de arquetipos (aunque no me he detenido a contrastar el origen histórico de este pacto, pero su razonamiento me parece bueno), y estoy totalmente de acuerdo con ella de que en la cultura católica sólo hay dos arquetipos femeninos, la puta y la madre.
Bien, mucho antes de que Rousseau hablara del contrato social, y probablemente mucho antes de invertarse la escritura, se estaban sentando las bases para un pacto de convivencia entre los dos sexos de nuestra especie. Podeis leer lo que cuenta Yael, que escribe mucho mejor que yo y parte de la ventaja cultural de tener un trasfondo que le ha permitido exponer y debatir sus intuiciones -frente al mío que me lo ha coartado por considerar la exposición de ideas abstractas que no sean estrictamente matemáticas perniciosa, ya digo que provengo de educación católica-. O podeis fiaros de este impreciso resúmen que hago.

- En estas paleosociedades, en las que se empezaba a ver el ser humano como dominador del mundo, el papel de actor, de protagonista de las acciones se les daba por completo a los hombres. Pero se dieron cuenta de que las mujeres aportaban cosas totalmente distintas y tenían sus propias acciones, demasiado poderosas, que ponían en entredicho el total protagonismo del hombre. Las mujeres menstruaban, se embarazaban y eran las que tenían a los hijos. Eran potencialmente amenazadoras como iguales. Así que dieron con una solución: yo hombre te acepto a ti mujer como igual en la medida que cubras las diferencias que te da tu sexo. No des signos de femenidad, tápate el pecho -o las tetas-, ni me menciones la menstruación, tú te embarazas y tú pares, pero soy yo el que provoca que te pase a ti esto...y estamos bien así. No me violentas, mientras no seas demasiado femenina ni demasiado distinta a mi.

Y con esto cargamos desde aquellos tiempos, sin saber de qué viene ni que es un pacto, no algo consustancial a nuestra biología.

Este pacto tiene una consecuencia demoledora para las mujeres que también explica Farache. El permitir la violencia contra la que se salte el pacto. Yo misma he insultado a mujeres por ser demasiado esto o demasiado aquello. Y también me han insultado por lo mismo. Cuando una cae en este vicio de apartar a la que es distinta, a la que se salta este pacto en cierta medida...se siente muy violenta, porque sabe que está cargando contra otra que en un momento dado podría ser ella. Eso puede enfurecerte más y hacer que seas más dura en la crítica para separar bien los límites, una pescadilla que se muerde la cola.

Estos límites pueden ser terriblemente estrechos, y así tenemos las que se visten de arriba abajo como una mesa camilla, con el precepto de no enseñar nada, nada (ni las uñas de las manos, ni los pies, ni la curva que forma el seno) en los países donde se impone la variante más fanática del Islam, y aquí también cuando vienen. Me resulta terriblemente ofensivo que una mujer asuma que su pelo provoca la lascivia de los hombres. Señoras: pelos no ofenden, pero tíos que agreden a una por enseñar la cabeza sí son muy ofensivos, y peligrosos. Vosotras los justificais.

Pero vuelvo. Esta es la parte más terrible del pacto, la violencia contra la mujer.

Sin embargo hay otra parte, que sin ser tan dramática ni cruel, sí nos causa mucho daño. La de considerarnos siempre como referente, como arquetipo, como objeto ó desencadenante de las acciones; no como actores o factotums de las mismas.

Me voy ahora a una entrevista que aparece en El mundo a Daniel Eagleman, Doctor en Neurociencia que explica que nuestro cerebro puede responder a impulsos de los que no somos conscientes. Me la he leído muy superficialmente, la tengo guardada  en el archivo de "este domingo me la miro mejor, la neurociencia es interesante pero no es la palabra de Dios". Además Eagleman, a juzgar por la foto, está bien y se le ve desenvuelto. Cierto, hay impulsos de los que no somos muy conscientes. Si llega a parecerse a Álvarez Cascos (que es mi representación mental del gañán más basto) iría directa al archivo de "A tomar por Cascos".
Lo que me llamó la atención de esta entrevista, y lo que ha sido en realidad el detonante de que yo escriba toda esta encíclica y además le dé al botón de "publicar" y no la deje en borrador, es cómo explica este pavo -Eagleman- la idea básica que todos somos el resultado de un complejo conjunto de sustancias bioquímicas.
Después de exponer que los circuitos cerebrales están diseñados para la supervivencia, se lanza a dar ejemplos.
   - Cuando un hombre elige a una mujer atractiva es por que...
  -  Un hombre se siente más atraído por una mujer con la tez clara (dice él no yo)...
  -  Un hombre  prefiere a una mujer con una pupila más dilatada...
  -  Una stripper ganaba el doble en sus días más fértiles que en los otros...

El pavo investigador es mono, lo sabe, no hay más que mirar la foto (cómo me recuerda a mi amigo J) y tiene 42 añitos. Sin duda conoce que la mitad o más de sus lectores son -y somos- mujeres, pero en todos los ejemplos la mujer es sólo referente, complemento directo, arquetipo.

Una carga colosal la nuestra.  Atlas el titán carga con el arco del cielo; nosotras simples mujeres cargamos con ser arquetipos.

Ahora que lo sabemos ¿qué vamos a hacer con esto?

Una canción. Había subido esta (escribí la entrada del tirón y no me di cuenta del tropiezo, la encuentro cargante como todos los raps. Ahora que tenemos amor, tía, yo te digo a ti lo que vamos a hacer, soy tu Buda tú me la... .... ... tiene la letras si la quereis leer)...pero quería poner en realidad esta otra, que es mucho más melodica, pero el tío le dice a la tía lo que tiene que hacer ahora en ese estado en que ya tiene amor (es una preciosidad, pero de nuevo la mujer escucha y asume lo que le dicen, yeah...):







Seguiré hablando de animales.

(*) Llegué al artículo buscando una tienda de ropa normal en google, para que luego digan que la banalidad y la trascendencia no van de la mano.

Esto está escrito del tirón. Si alguna falta de ortografía o de gramática salta a la vista lo siento. No pretende ser una tesis doctoral, no tengo ninguna licenciatura en humanidades.

2 comentarios:

  1. Mi querida, querida, querida, lyuti, Imposible hacerte un comentario a esta encíclica, porque escribiría otra y eso no puede ser.
    Empieza a ser necesario que pienses en venir a hacerme una visita, pero ya, y charlemos muuuuucho. ¡¡MUCHÍSIMO!!
    Voy a seguir leyendo la páginas que mencionas, ya he leído algo bastante de Yael. Hay cosas que si, cosas que no, otras que a estas alturas ya ni me las planteo por superadas, en fín mucho tema de conversación tendríamos. jeje.
    Los resultados de los estudios resultan asombrosos, con hombres y con mujeres.
    De horrorizarte el olor a sudor machuno, a cuando estás ovulando gustarte, en fin, es que he visto muchos docus sobre esto.

    Anda veeeeeeeen y tráete a tu amigo "J" jajaja

    ¡Escribes muy bien del tirón! y Siempre.
    beso.

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  2. Perdón, que me lío con el día a día y me pierdo. Muchas gracias por leerte todo esto. Lo primero, quedada para verano ya. Tenemos que hablar, pero vamos a hacerlo!. Para hablar de estudios, de mujeres, pero siendo sinceros, para tomarnos unas cañas, y tú una latita a escndidas, menuda es tu madre!. Yo creo que a J no le hacen falta muchas excusas para hacerse un viaje, pero le gusta mucho eso de la confrontación. Yo un día le dije, hola que llevo un blog, y me contestó, a quién pones a caldo?, le va el lado hard :D, y tiene esa carita de despistado igual a la de la foto.
    Luego, sobre los estudios, pues me quedé impresionada. Lo del olor del sudor machuno es que encaja del todo en esto, es que van desmigando hasta el átomo de cómo reacciona la mujer ante el macho man, cómo provoca la mujer al macho man, pero qué le atrae a la mujer, es que no siente nada por las pupilas dilatadas?, o la piel clara?, tiene que ser el sobaco cantoso?. Un besazo.

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