Miedo, el miedo es algo que se lleva pegado al cuerpo. No es el tipo de miedo que puede sentir un pobre aldeano en un poblacho atrapado entre dos fuegos; pero es miedo de la clase que nunca te has figurado que te iba a ser familar.
Puedes largarte, lo tienes que pensar...pero mientras tanto puedes ayudar en algo. Como colaborar como voluntaria en el zoo de Kinshasa. Porque te gustan los animales, porque tu padre es veterinario y porque si estás leyendo esto a ti también deben interesarte los animales.
Las cosas se ponen mucho peor.
A que has visto alguna foto de un mono macerándose en una olla. Es la comida de mucha gente. También salen reportajes en los telediarios. Se llama bushmeat.
Pero tú (y yo, y yo tambien), con los mercados cerca, con la carne empaquetada en bandejas blancas no podemos adivinar por qué la gente se lanzó a comer los animales del bosque. Simplemnte porque no tenían acceso a casi ninguna otra fuenre de comida. Esto es lo que no cuentan en los reportajes del Ébola en los que hablan del bushmeat.
Sigo. La cosa se puso peor, y empezaron a aparecer cazadores que se habían cobrado alguna hembra bonobo y vendían a la cría.
Qué puedes hacer.
Tal vez yo me habría largado, pitando, ante tanto horror.
Pero ella no lo hizo.
Creó un santuario para los bonobos en el Congo.
Se llama Claudine André.
Y yo estoy harta de que los telediarios no hablen de gente como ella.