No creo que nadie se anime a recolectar plantas solvestres por las chorradas que voy a poner aquí, pero si lo haceis os cuento que conviene informarse antes, preferiblemente por un experto, y por supuesto, tener mucho cuidado con lo que recoges del campo. Además de cuidar la naturaleza cuando se sale al campo. Ya lo he dicho, los avisos de siempre, pero me figuro que si leeis esto es porque algún interés teneis por la naturaleza.
Puede haber muchas razones más interesantes o sensatas para aprender a distinguir las plantas comestibles del campo, pero a mi las que se me ocurren son estas:
1.- Tus antepasados sabían distinguirlas. Y los míos. Por tanto, en todas las familias hay algún listo que sabía qué plantas se podían comer en el campo. (Me refiero a antepasados muy, pero que muy remotos, da lo mismo de qué especie de Homo estemos hablando).
Más le valía. Figúrate que se equivocaran un día y se dieran un banquete de una hierba venenosa. Lograban disminuir de una forma muy importante la probabilidad de ser antepasado de nadie. De paso es posible que se murieran.
O figúrate que estuvieran de migración por ahí. Sin neveras, sin guías de campo. Se encontraban con nuevas hierbas, bayas, tubérculos y todo un catálogo de potenciales alimentos (o potenciales venenos) que no habían visto nunca. Claro, les cabía la posibilidad de mandar al tonto del grupo que probara el hierbajo en cuestión, pero estos grupos no eran muy numerosos. Seguramente no daban para más de dos tontos, a la tercera no había ningún lanzado dispuesto a hacer la prueba. Así que es bastante probable que tuvieran su propio compendio de conocimientos para distinguir qué plantas eran buenas para arriesgarse a comerlas, y cuáles no.
2.- Te enteras de que hay alimentos que crecen espontáneamente en el campo.
(Tómese una al día con tomate y pepino) http://bizarrocomics.com/
Parece evidente, pero no lo es. A mi fastidia un montón cuando lo que damos por supuesto nos impide ver la verdad, o encontrar soluciones que son posibles.
Muchas veces las palabras tienen que ver con esto. Por ejemplo, los nombres que les ponemos a muchos alimentos nos alejan de su procedencia, cuesta enterarse de dónde han salido en realidad. Si te comes un filete de venado, te estás comiendo una rebanada de la musculatura de un ciervo. El pichón es muy probablemente un palomo (o una paloma) que haya llegado a la madurez reproductora. El pescado es un pez; de hecho el pescado es carne, a fin de cuentas procede de un animal, entero o troceado. El marisco es carne, por tres cuarto de lo mismo.
Ahora pensemos en la palabra campo. Tiene una dualidad curiosa para mucha gente. Por un lado está el terreno cultivado, y lo que se cultiva es lo que hay que comer, una vez que lo recolectan y lo procesan; y por otro está la naturaleza, en donde las plantas y setas crecen a su propia ley. Sobre esas plantas hay poco que saber, salvo para gente que tiene estudios o sabe de setas, y no se comen (insisto, este es el concepto que tenemos asociado a campo).
¿En cuántos pueblos los agricultores no conocen nada más que lo que cultivan y si le preguntas sobre las hierbas del campo no saben apenas nada?.
A mi me parece una pequeña estafa. Nuestro concepto del campo, y de lo que se come o se aprovecha, nos impide ver que hay un montón de plantas que crecen ahí, gratis, y que pueden ser de gran valor.
3.- Recuperas unos hábitos culturales muy perdidos
Vale, esta es una consecuencia lógica de la 1 y la 2.
Hay un montón de tradiciones culturales ligadas a la recolección de hierbas y plantas, acuérdate de las brujas.
4.- Hace a las plantas muy interesantes. De hecho es la mejor manera de despertar el interés por aprender de plantas.
Puede que nuestra especie haya practicado la recolección de plantas desde los primeros tiempos, pero la verdad es que venimos igual de equipados de serie para hacer esto como para el reconocimiento de bolsos originales de CH.
Porque sin conocimientos sobre la materia todas las plantas tienen la mala costumbre de parecerse un montón. No tenemos ningún instinto listo para distinguirlas y clasificarlas, no hay nada que nos haga ir corriendo a recoger las semillas de una nada más verla. Podemos tener una excelente visión en colores y mucha memoria, pero sin un aprendizaje previo, no sabemos apenas distinguir las plantas y mucho menos cuáles nos interesan.
La mejor manera de hacer que nos interese fijarnos en las hojas, el tallo, el color de las flores, cuándo brotan, cuándo maduran es que nos valgan para algo. Por ejemplo para comerlas.
5.- ¿Nunca te has preguntado si puedes comer esas bayas?. Pues es la ocasión de enterarse.
6.- Te hace más interesante la salida al campo.
Porque seamos realistas, puedes salir al campo y no ver a muchos animales que te interesen en todo el día, pero al menos te vas a fijar en las plantas, y ya tienes el día hecho.
(Creo que por fin domino la teoría de la recolección) http://capewest.ca/cartoons.html
7.- Te aumenta (un poquito) la autoestima.
Cuando ves que logras aprender cosas por ti mismo, sin hacerse dos cursos de Biología, te aumenta algo la autoestima. Sobre todo si compruebas lo que te has ahorrado en matrículas.
8.- Quién sabe si cualquier día puede servir para algo más que para pasar un buen rato.
Bueno, poniéndose en plan tremendo puede venir bien si se pierde uno en plena naturaleza, en plan El último superviviente. También la maldita crisis...
Pero sin llegar a estos extremos, un buen día puedes tener una buen postre de moras silvestres.
Sin embargo, para saber qué plantas o setas no se comen del campo, sí que existe una buena razón, mucho más importante que las anteriores:
- Puedes dar con una planta o seta venenosa, te puedes intoxicar, pasar un rato malísimo, incluso llegar a morirte.
Quizás no te interese a ti directamente, pero puedes llegar a ayudar a alguien que esté a punto de meterse en un buen problema. Muy probablemente a un niño, que tienen mucha habilidad para liarla comiendo lo que no deben.