No
soy ajena al mundo en el que vivo, y quiero decir que en este momento
siento una tristeza muy profunda por el vil asesinato de un niño
inocente de tan solo 8 años que ha ocurrido en mi país. Sus padres han
insistido en que se recuerde al niño por su vid, y la alegría que llevó a
muchos, y quiero respetar esta voluntad, por lo tanto no daré más datos
sobre este hecho salvo la sensación de que algo se ha hecho bien en
este caso cuando tanta gente se ha movilizado con su mejor voluntad para
buscar al niño cuando estuvo desaparecido.
Sucesos
como estos provocan diferentes reflexiones, y una de ellas -que me
parece muy útil- se centra, no en la motivaciones del agresor, sino en
la forma en la que se inicia la agresión y en si la potencial víctima
tiene recursos para lograr que quien tiene intención de hacer daño
desista de su propósito incluso antes de intentarlo.
Creo
que la neurología es fundamental, y nos va a dar respuestas sobre este
asunto de cómo se activan y desactivan los circuitos neuronales de
agresión. Pero curiosamente tiene aliados en el mundo de la robótica. Se
hicieron estudios en Japón sobre las agresiones que reciben los robots
sociales.
Como muchos sabreis el uso de
robots está muy extendido en las zonas urbanas de Japón, y una de las
utilidades que tienen es la de indicar direcciones a la gente en centros
comerciales. Estos robots, capaces de comunicarse, pedir paso a la
gente y desplazarse, con forma ligeramente humanoide, atraen la
curiosidad de los niños, como es lógico. En ocasiones también atraen
comportamientos de abuso por parte de algunos niños que manifestaron
conductas como impedir el paso al robot, golpearle con las manos, darles
patadas y lanzarles objetos. Se estudiaron las grabaciones para ver en
qué momentos se solían producir estos abusos y se encontraron algunos
patrones:
- El abuso era más probable cuando había muchos niños alrededor del robot
- El abuso era más probable cuando un niño o varios seguía al robot por un tiempo sostenido, superior al de sastifacer la mera curiosidad
- El abuso era más probable cuando no había ningún padre cerca del robot
Entendidendo
que había patrones de conducta, los informáticos desarrollaron un
modelo para prever la probabilidad de abuso en cada momento, y de esta
forma cambiar el comportamiento del robot para evitar el abuso antes
de que se produjera la agresión, con lo cual lograron un gran éxito en
reducción de las agresiones.
Es
interesante ver este video en el que se muestra el patrón de predicción
de agresiones y cómo en un ejemplo el robot logra zafarse de un posible
acosador acercándose al padre de otro niño.
Escaping from Children's Abuse of Social Robots, en este enlace explican cómo se desarrolló el estudio.
El comportamiento que estaban intentando erradicar era el acoso,
un tipo de comportamiento ligado a circuitos neuronales relacionados
con la sociabilidad (recordemos que los niños solían estar en grupo) y
el instinto de caza.
Lo interesante de esta iniciativa es que pone de manifiesto que en estos casos la víctima puede hacer desistir al acosador cambiando el patrón de comportamiento que éste (el acosador) había previsto, y que le hace desistir antes de comenzar la agresión.
En
mi opinión sería muy interesante seguir estudiando estos robots como
sujetos de experimentación, de forma que podamos comprender mejor tantos
nuestros comportamientos durante la agresión como las posibles defensas
que pueda tener una persona ante los agresores.
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