viernes, 26 de marzo de 2021

Los gibones y el batido de cromosomas

 

Si los miramos desde el punto de vista cromosómico, los gibones hacen cosas verdaderamente raras para ser simios.

Desafiando el apego a la estabilidad en el número de cromosomas de este Orden taxonómico, los gibones presentan una extraordinaria disparidad entre especies, variando entre 2n=38 y 2n = 52. Frente a esto el resto de los simiformes tienen 2n = 48 cromosomas salvo los humanos (2n = 46, debido a la fusión de dos cromosomas).[1]

Es más sorprendente aún cuando se considera que esta variación la han conseguido en un tiempo evolutivo record,

unos 5 millones de años [2]desde que comenzó la radiación de especies (hay 18 especies de gibones distribuídas en 4 géneros diferentes[3]).

No contentos con este exhibicionismo cromosómico, los gibones también demuestran más facilidad para hibridarse entre sí que la mayoría de los primates, y por supuesto que el resto de los simios. En estado natural hay varios reportes de híbridos en las zonas en las que solapan los territorios de dos especies diferentes, pero el caso más espectacular ocurrió, cómo no, en cautividad[4]. En el zoo de Atlanta, EEUU, una hembra de siamang (Symphalangus syndactylus

) alumbró dos crías en dos años consecutivos, hijas de un macho de gibón plateado (Hylobates moloch

) . Para dar una idea de lo extraño de este cruce, en lo físico, el siamang llega a 1 metro de estatura y unos 25 kilos de peso, el gibón plateado alcanza poco más de medio metros y unos 8 kilos de peso. Pero si miramos el número cromosómico la cosa es aún más rara, el siamang tiene 25 pares de cromosomas (2n = 50), y el gibón plateado 22 (2n = 44). Las crías alumbradas tenían 47 cromosomas, 44 pareados y los sobrantes procedentes de la madre siamang. Además la estructura de los cromosomas de ambos progenitores es muy diferente, como indica el estudio que se les hizo.

Un siamang macho mostrando el saco de la garganta para incrementar la potencia de los aullidos (e impresionar a rivales y hembras).

Unos gibones del género hylobates.

Parece, además, las acrobacias cromosómicas no terminan ahí. Se ha documentado algún caso de trisomía

que no parece afectar a la gibona que la porta.

¿Cómo logran estos pequeños simios hacer todo esto?

Al microscopio, el genoma de los gibones es raro por la enorme cantidad de reordenaciones que ha sufrido. En palabras de un artículo, es como si alguien hubiera golpeado con un martillo el genoma de un simio hasta hacerlo pedazos, y lo hubiera vuelto a ensamblar. En un estudio publicado en 2014 en Nature

, sobre el genoma de un gibón de mejillas blancas (Nomascus leucogenys) encontramos una posible mecanismo para esta plasticidad genómica. Los gibones tienen un complejo LAVA formado por tres tipos de retrotransposones de los que deriva su nombre (L1, común a los mamíferos; Alu, de los primates y SVA de los homínidos). Este complejo parece capaz de movilizarse para insertarse los genes de segregación de cromosomas y alterar la transcripción proporcionando un sitio de terminación prematura del cromosoma. Los fragmentos de cromosomas se unieron luego con una recombinación no homóloga.[5]

Difícilmente puede ser más interesante, si te gusta esto de la evolución desde el punto de vista de la biología molecular. Los transposones, que durante mucho tiempo se vieron como ADN egoísta y no codificante, reciben más atención por su potencial para causar diferentes enfermedades (las secuencias ALU[6] por ejemplo están relacionadas con algún tipo de hemofilia y cáncer de mama, por ejemplo, en humanos). Pero aquí parecen jugar un papel activo en la rápida radiación de especies de gibones.


El asunto no acaba aquí. Todavía es controversial para algunos la idea expuesta hace ya casi 50 años por Eldredge y Jay Gould, el equilibrio puntuado que habla de la posibilidad de rápidas radiaciones evolutivas (eso sí, refiriéndose a fósiles y en tiempo geológico). Pero lo que a mi me interesa de esto es que quizás estemos ante una pista molecular más sobre cómo es esto posible.

James Shapiro es uno de los investigadores que apoya la idea de que estos transposones han influido en la evolución de los gibones[7]. Aunque hay otros muchos que llaman a la prudencia ya que queda todavía mucho por explicar. James Shapiro defiende desde hace largo tiempo que la célula tiene mecanismos para influir en su genoma (muchos de fenómenos que engloba en esa categoría están más que aceptados), lo controvertido es que para Shapiro estos mecanismos, a los que llama ingeniería genética natural, tienen un peso importante en la evolución. Si estáis sacudiendo la cabeza, entendéis cuál es el problema, la teoría es que la evolución es totalmente al azar. Pero en mi opinión hay demasiada controversia en evolución, sobre todo controversia que va por delante de descubrimientos; la discusión con el creacionismo y la historia de la biología en el siglo XX -con los desmanes de Lysenko y la reacción de la síntesis neodarwinista- está creando posturas demasiado enrocadas, muchos, muchos años después.

En cualquier caso, mejor tener en cuenta que primero deben venir los datos y después las interpretaciones.

Notas al pie

[2] Gibbon genome and the fast karyotype evolution of small apes[3] Hylobatidae - Wikipedia, la enciclopedia libre[4] Hybrid ape offspring of a mating of gibbon and siamang.[5] Recombinación no homóloga - Wikipedia, la enciclopedia libre[6] Secuencia Alu - Wikipedia, la enciclopedia libre[7] Gibbon genome and the fast karyotype evolution of small apes

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