Una pequeña reflexión, muy rápida. En el próximo post volveré a las salamandras, pero mientras tanto...
Uno de los temas que más me interesan es la evolución, sobre todo tratada desde una perspectiva no neodarwinista. Es una aficción que nació de mi propensión a llevar la contraria, yo veía que la información que se transmitía en artículos de divulgación general, sobre todo en blogs, estaba sobre simplificada. Llegué a desarrollar un pequeño rechazo por las webs que exhibían un meme sobre el tío Darwin, como haciendo un guiño a los lectores, como diciendo "esto es la evolución, y nosotros somos tipos muy inteligentes que hablamos sobre el asunto, y tú, si eres inteligente, revenciarás al tío Darwin. Hala, a Twitter a meterte con los creacionistas".
Entiéndase, lo último que soy es creacionista, pero de alguna forma capté que el mensaje de estos sitios era a la contra y cada vez más breve, y ello conlleva muchos problemas, entre ellos el de olvidar que ni el mismo Darwin se reconocería en el neodarwinismo, y los enormes problemas a los que se enfrentó para intentar encontrar cómo "crea" la naturaleza nuevos caminos, cómo "inventa" que le llevaron a idear una teoría, la pangénesis, enraizada en las suposiciones lamarckistas.
Otro de los incovenientes de estar a la contra, es que se pasa uno el día mirando hacia atrás, intentando crear diques enormes que contengan críticas muy válidas, en lugar de buscar, asimilar y -po qué no- asombrarse con las nuevas teorías que están surgiendo en numerosos campos de la biología, desde la microbiología hasta la ecología, que no se ajustan al patrón en blanco y negro de "mutación, selección natural".
Y a ello se añade el ingrediente peleón que transmite el evolucionista medio, aficionado a leer este tipo de webs. Ingrediente que entiendo mucho mejor en un tipo de Atlanta, Estados Unidos, que sabe que en sus escuelas de primaria se da el creacionismo bíblico como una teoría científica válida, al de un chico de Tenerife que tiene acceso a una educación mucho más centrada en la realidad y científica, en este aspecto.
En fin... que en lugar de buscar las webs con los retratos del tío Darwin, me fui a buscar otras que me parecieron mucho más interesantes. Y también leí a tipos como Gould, al que adoro. Y todo esto me ha enfrentado a un asunto, lo enormemente compleja que es la evolución. En factores, en dimensiones, en tiempos, en giros inesperados, incluso en el lenguaje generado para poder hablar de la misma, la gran cantidad de palabras que hay que conocer, recordar y usar con propiedad para intentar hacer comprensible un artículo, o hacer una lectura comprensiva del mismo.
Aquí mismo la semana pasada, hablando del epigenética, y de los tropiezos derivados de tener términos que se usan de forma muy diferentes según la sub-rama de la biología que los utilice, me comentaron que la matemática tiene un papel importante que jugar en aclarar cómo actúa la epigenética, cómo se transmite y cómo puede afectar a la salud de un organismo.
Estoy totalmente de acuerdo. Pero...
Bueno, antes de seguir, también en estos días, me han hecho otro comentario sobre cómo suelen cambiar los enfoques científicos en poco tiempo, cómo aparecen nuevos conocimientos que parecen contradictorios con los anteriores, y lo difícil que es sacar nada en conclusión al comparar el devenir en el tiempo de literatura sobre procesos fisiológicos (el comentario se centraba en el sueño, sin embargo pienso que lo mismo podría aplicarse a los procesos cognitivos, digestivos o de estréss).
En cualquier rama de la biología parecemos condenados a enfrentarnos a la complejidad, y es cierto que la matemática ha desarrollado teorías muy interesantes para analizarla. Sin embargo... ¿podría tener alguna de esas teorías el mínimo valor predictivo?, ¿estamos condenados a contemplar la gráfica en su totalidad, sin saber en qué punto estamso? es algo que me pregunto a menudo.